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04/05/2010

Estudian un barco español hundido en 1740 que puede desvelar el clima de la época

Un equipo de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos (ETSIA) de la Universidad Politécnica de Valencia, está llevando a cabo la conservación de un barco español, hundido en el Río de la Plata, en Argentina, alrededor del año 1740 y que fue descubierto hace un año.



AUTOR: UPV

Este equipo que está formado por los profesores de Física Aplicada de la ETSIA, Fernando García Diego, Ángel Fernández Navajas, y Manuel Zarzo, del Departamento de Estadística Aplicada de la UPV, lleva a cabo desde hace años estudios microclimáticos en patrimonio cultural.

 

Según explica Fernando García Diego, coordinador del proyecto, en colaboración con el Instituto Valenciano de Conservación y Restauración de Bienes Culturales (IVC+R), “la importancia de conservar el barco es inmensa, ya que radica en la gran cantidad de información científica e histórica que nos puede ofrecer sobre la España del siglo XVIII. El barco, de construcción casera, está hecho de roble del cantábrico, cuyos anillos de crecimiento pueden desvelarnos cómo era el clima en nuestro país en 1740, lo que en estos tiempos de cambio climático, puede ser muy útil para la ciencia, y otras muchas cuestiones que a fecha de hoy no podemos ni imaginar”.

 

La monitorización del barco se está realizando mediante unos sensores colocados en la madera de la embarcación, para medir la humedad y la temperatura. “De esta manera, cada semana recibo información acerca de los cambios que se producen en estos parámetros con el objetivo de saber si el barco se está deteriorando porque, en ese caso, habría que actuar sobre él para conservarlo y para lograr adecuar las condiciones de conservación cuando se decida volver a desenterrarlo”, explica García.

 

El barco español, encontrado hace un año enterrado a unos 8 metros de profundidad en una zona sedimentada del Río de la Plata, tiene 26 metros de eslora y 10 metros de manga. Se trata de un barco mercante, de construcción artesanal, que viajaba a Argentina con la intención de realizar transacciones comerciales.

 

En el interior de la embarcación, que tenía capacidad para 50 personas, se han encontrado vasijas, huesos de fruta, clavos, cuerdas y otros objetos, que están siendo analizados en Argentina para conocer información acerca de con qué tipo de productos comerciaban o cómo lo hacían.

 

Los sensores, que han sido colocados en el mes de abril, envían información acerca del nivel freático y de humedad tanto de la madera del barco como de la tierra que le rodea. García explica que, “en el año que ha estado el barco desenterrado, se ha deteriorado bastante, por eso lo hemos vuelto a enterrar ante la imposibilidad del Gobierno argentino de conservarlo en algún museo por el alto coste que supondría. A través de los sensores, controlamos que el barco esté estabilizado y, en el caso de detectar su deterioro, habría que intervenir rápidamente de alguna manera”.

 

Fernando García considera que en el plazo de un año ya podrá saberse, gracias a la información recibida mediante los sensores, si el barco está bien protegido en el lugar en el que está enterrado o si hay que actuar sobre él. Mientras, el IVC+R está analizando las muestras de madera del barco que García ha traído desde Argentina y que según el experto, “pueden ser de gran utilidad para realizar estudios científicos sobre aquella época”.

 


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