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24/06/2010

Entre los 6 y los 14 años la vida no es tan plácida como se pensaba, según un estudio de la UV

La profesora de la Universitat de València Petra M. Pérez Alonso-Geta ha dirigido el estudio Infancia y Familias. Valores y estilo de educación (6-14 años). Es la primera vez que se realiza una investigación solvente sobre este tramo de edad, un periodo de la vida tradicionalmente considerado con demasiada ligereza como el menos conflictivo.



AUTOR: UV

Sin embargo, como revela el estudio que acaba de publicar la Universitat de València -dirigido por la profesora Pérez Alonso-Geta (en la imagen)- eso no es así. La profesora ha coordinado numerosas investigaciones sobre hábitos de conducta desde distintos puntos de vista en chicos y chicas de distintas edades. El creciente peso en la población española de tipos de familia distintos del tradicional (monoparentales, reconstituidas, con hijos adoptados o no) es un factor de gran importancia a la hora de realizar el análisis, y este era un aspecto que tampoco se había estudiado.

 

La investigación revela cierta dejación del deber educativo en algunos casos, sensación de impotencia o rendición de los educadores en otros. Además, pone de manifiesto el impacto del consumo que altera las normas internas de la familia y la persistencia de una innecesaria y sorprendente diferenciación de género en la educación familiar, a pesar de la progresiva superación de estereotipos. Según el estudio, aunque en general los padres están a favor de compartir las tareas en el hogar, un número significativo de los encuestados opina que las niñas deben colaborar más, especialmente las que tienen de 12 a 14 años.

 

Las chicas son más conflictivas que los chicos en lo que respecta a salir (discotecas, horas de llegada a casa…). Pero para los padres son ellas las que tienen un mejor comportamiento en los estudios. El estudio recoge que la mayoría de los niños vive en familias nucleares o convencionales (81,6%), le siguen los hogares monoparentales (13,05%) y las familias reconstituidas (5,26%). Las familias con hijos adoptados representan el 3,45% del total.


Focos de conflicto

 

Una de las causas de conflicto más señalada por los padres (22,3%) es que “no saben esperar, cuando quieren algo tiene que ser ya”. Y para algo más del 40% de los padres, la causa de los conflictos profesor-alumno es los malos ejemplos que los chicos ven en los medios de comunicación. El 62,7% de los chicos y chicas no reciben una paga y los que la tienen oscila entre 3 y 10 euros. Pero al 82,6% les recargan el móvil sus padres.

 

Según Petra María Pérez, la mayoría de los padres encuestados (69,8%) opina que “a esa edad no es malo que tomen chucherías” y en cuanto a la bollería industrial buena parte de los padres no le dan demasiada importancia al hecho de que la consuman. La encuesta demuestra que, a medida que crecen, el interés de los padres disminuye y la calidad de la alimentación empeora.

 

En los hogares monoparentales es significativo el número de padres que dice no ser muy estricto con los hijos, opina que es mejor que aprenda de la vida y que “en ocasiones es inevitable cierto grado de agresividad en la familia”. Los padres que se sienten más “incapaces de educar a sus hijos como les gustaría”, están en los hogares reconstituidos.

 

En un hipotético ránking de valores a transmitir, los más importantes para los padres son comportarse con corrección, civismo, respeto, solidaridad, justicia, honradez…y los menos “nuestra forma de pensar en política” “nuestra religión” y el “espíritu de competencia/ambición”. No hay diferencias significativas según si las familias son tradicional, monoparental o reconstituida.

 

El estudio revela que las familias monoparentales adoptan más, “generalmente el adulto sustentador es una mujer, pero comienza a ser significativo el número de hombres solos que decide adoptar: 5,8%”, explica Pérez. Además, crece el número de familias con un hijo biológico que decide adoptar, “lo cual muestra que ya no se trata tanto de satisfacer un ansia frustrada de paternidad/maternidad, como un medio para garantizar una vida mejor a un niño desamparado”. Petra María Pérez explica que según los datos del estudio“los niños de hogares monoparentales son los más maduros pero también los que se muestran más tristes”.
 


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