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23/01/2013

Los consumidores de cocaína, más sensibles e inestables emocionalmente

El investigador del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia, Samuel Asensio Alcaide, en colaboración con la Universidad de Granada, ha determinado mediante técnicas de resonancia magnética funcional las alteraciones tanto en la respuesta cerebral como en el patrón de conectividad entre distintas regiones, durante la evaluación de emociones negativas, en personas con dependencia de la cocaína.



AUTOR: UCH-CEU

La dependencia de la cocaína está asociada a un pronunciado aumento de las emociones negativas, que persiste aunque se abandone el consumo de esta sustancia. La identificación de las áreas cerebrales afectadas en este proceso resulta de gran ayuda para tratar a aquellas personas que intentan abandonar el consumo. Con este objetivo, el investigador del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia, Samuel Asensio Alcaide, ha participado en un estudio en colaboración con investigadores de la Universidad de Granada, para determinar mediante técnicas de resonancia magnética funcional (fMRI) las alteraciones tanto en la respuesta cerebral (regiones activadas) como en el patrón de conectividad entre distintas regiones, durante la evaluación de emociones negativas, en personas con dependencia de la cocaína.

 

El trabajo, que ha sido publicado por la revista Addiction Biology, ha comparado las reacciones cerebrales ante imágenes relacionadas con emociones negativas en un grupo de personas adictas a la cocaína que habían superado los quince días de abstinencia, y en otro grupo de personas no consumidoras de esta sustancia, todas ellas con características socio-demográficas y de edad similares y sin otro tipo de trastornos psiquiátricos.

 

Durante las resonancias practicadas a ambos grupos, se han medido las respuestas cerebrales ante la visualización de imágenes que generan sentimientos negativos, intercaladas con imágenes neutras mostrando un patrón normal de activación frente a estímulos con contenido emocional. Sin embargo, al comparar los dos grupos de sujetos, se observaron alteraciones en la actividad de l córtex prefrontal dorsolateral y del giro frontal inferior, regiones pertenecientes a la corteza prefrontal e involucradas en el control de la conducta, así comoen la conectividad de estas regiones con otras estructuras del sistema límbico, como la amígdala o el tálamo anterior, encargadas del procesamiento de las emociones, las cuales también afectan a la conducta influyendo en el procesamiento de la corteza prefrontal.

 

El registro de estas disfunciones permite fundamentar, por primera vez biológicamente, que, comparándolas con personas no consumidoras, las personas que han consumido cocaína son más sensibles a los estímulos con contenido emocional negativo y menos capaces de controlar los estados emocionales que estos estímulos desencadenan, dificultando así el mantenimiento de los estados de abstinencia y la rehabilitación.

 

Depresión estrés, enfado, frustración

 

La mayor activación del córtex prefrontal dorsolateral en los consumidores de cocaína está asociada a la evaluación de las emociones negativas y a la depresión severa. Esta región cerebral está también vinculada el deseo de consumir drogas, con lo que aunque las personas estudiadas llevaban más de quince días sin consumir cocaína, sus evaluaciones negativas sobre las imágenes eran similares a las de una persona con el “mono”.

 

En el estudio realizado por investigadores de la CEU-UCH y la Universidad de Granada, las personas que habían consumido cocaína mostraron también una mayor reactividad emocional en su cerebro durante la experimentación de emociones negativas. Esto guarda relación con estudios precedentes sobre la especial sensibilidad hacia el castigo en los adictos a la cocaína, su excesiva evaluación de las emociones negativas y la relación con las áreas cerebrales relacionadas con los afectos negativos y el estrés.

 

El estudio también ha permitido demostrar que los consumidores de cocaína ven reducida la actividad en áreas del cerebro relacionadas con el control cognitivo, así como la conectividad funcional entre regiones de control cognitivo (prefrontales) y regiones de procesamiento emocional (sistema límbico), hecho que puede reflejar la falta de autocontrol y de atención en estados altamente emocionales en este tipo de pacientes. Todo este significativo deterioro de los sistemas que regulan las emociones, confirmado por el trabajo ahora publicado en Addiction Biology, contribuye a explicar fenómenos clínicos detectados entre consumidores de cocaína, como la persistencia de los afectos negativos, el mal manejo del enfado o su elevada intolerancia ante la frustración.

 

Según la Encuesta sobre Alcohol y Drogas, EDADES 2011-2012, presentada ayer martes por el delegado del Plan Nacional sobre Drogas, Francisco de Asís Babín, España sigue estando a la cabeza de la Unión Europea en el consumo de cocaína y solo superada a nivel mundial por Argentina y Chile.

 

Equipo investigador

 

El trabajo ha sido desarrollado por Samuel Asensio, miembro del Instituto de Ciencias Biomédicas de la CEU-UCH, en colaboración con los investigadores Antonio Verdejo, Natalia Albein y Juan Verdejo, del Departamento de Psicología Clínica e Instituto de Neurociencias F. Olóriz de la Universidad de Granada; Carles Soriano, investigador del Instituto de Salud Carlos III de Madrid y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM); y José M. Martínez, del Centro Provincial de Drogodependencias de la Diputación de Granada.


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Más información sobre el artículo: “Re-appraisal of negative emotions in cocaine dependence: dysfunctional corticolimbic activation and connectivity”, en la revista Addiction Biology.



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