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29/04/2014

Un entorno crítico con la persona con trastornos alimentarios dificulta su recuperación

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son la segunda causa de muerte por enfermedad mental, según la American Psychiatric Association tal como apunta la profesora de Psicología de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche e investigadora del Centro de Rehabilitación Emocional y Alimentaria (CREA) María José Quiles.



AUTOR: UMH

La familia es uno de los principales motores que ayudan a los pacientes enfermos de TCA a salir adelante. Un estudio internacional reciente, en el que participan las profesoras de la UMH Yolanda Quiles Marcos y María José Quiles Sebastián, demuestra que los británicos, los griegos y los españoles afrontan de forma diferente el cuidado de un paciente con esta enfermedad. Esta investigación se ha presentado en el Congreso Internacional de Trastornos Alimentarios (EDIC 2014), que se ha celebrado en Londres y ha conseguido hacerse con un premio de reconocimiento internacional. “Estos datos son relevantes porque el modo en el que la familia afronte el cuidado del paciente influye significativamente en su recuperación”, explica Quiles Sebastián. “Un entorno de comentarios críticos o en el que los familiares verbalizan síntomas de ansiedad favorece dinámicas estresantes, lo que también dificulta la recuperación del paciente”, prosigue.

 

Este trabajo se inició hace tres años cuando las profesoras de la UMH realizaron una estancia de investigación durante tres meses en el Instituto de Psiquiatría de Londres con la profesora Janet Treasure, una de las investigadoras de TCA más destacadas del mundo. La filosofía del equipo de Tresasure es el cuidado triangular, es decir, por un lado está el paciente, por otro el terapeuta y por otro la familia, y es muy importante que ésta última esté entrenada en habilidades de comunicación para tratar con el afectado. “La profesora Treasure ideó unos talleres para padres que consisten en enseñarles estrategias de autocuidado y habilidades de comunicación que funcionan fenomenal”, apunta María José Quiles.

 

Las profesoras del Departamento de Psicología de la Salud de la UMH aplicaron los talleres a los familiares de pacientes del centro CREA y se dieron cuenta de que las familias británicas no se comportaban igual que las españolas antes de recibir los talleres. Por ello, iniciaron un estudio en colaboración con Janet Treasure y una psicóloga griega en el que se evaluaba la ansiedad y la depresión de los familiares en el proceso de la enfermedad; la emoción expresada y la acomodación al síntoma (cómo las familias cambian sus rutinas para adaptarse al familiar enfermo). En total han participado 470 familiares españoles, británicos y griegos, entre padres, madres, hermanos y parejas.

 

Los resultados, que se presentaron en el Congreso Internacional de Trastornos Alimentarios, muestran diferencias leves. Las familias griegas son más sobreprotectoras con los pacientes enfermos y tienen una mayor implicación, lo que conlleva niveles elevados de ansiedad y depresión. Por otro lado, las familias británicas son permisivas y se estresan menos porque se acomodan a los síntomas, pero en este caso “es importante tener en cuenta que los jóvenes británicos se van de casa a los 18 años lo que implica una menor dependencia familiar”, apunta la experta. Las familias españolas presentan niveles moderados de ansiedad y depresión, con menor acomodación a los síntomas lo que ayuda a los pacientes a salir adelante con el apoyo familiar.

 

Los pacientes de TCA recurren a los alimentos en los momentos de más estrés, para luego vomitar. Pero precisamente los motivos que los hacen ponerse nerviosos suelen ser conflictos relacionados con la comida como explica Quiles: “El paciente se sienta ante el plato que se tiene que comer y le da vueltas. Los familiares se estresan y descargan sobre el paciente sus preocupaciones (“te vas a morir si no comes”, “estoy preocupada por ti y no he podido dormir”, etc.)”. El equipo de investigación de Janet Treasure propone atender únicamente a la parte sana de cada paciente, por lo que una parte de los talleres consiste en la entrevista motivacional, o sea, enseñar a los padres a conseguir que su hijo actúe como es debido a través de la comunicación cordial. La profesora Quiles insiste en que es muy importante motivar a los familiares a no acomodarse al síntoma. “En uno de los casos que tuvimos, la madre salió a cenar con sus amigas y cuando solo había transcurrido media hora, apareció la hija enferma de TCA exigiendo que su madre volviera a casa”, explica Quiles como ejemplo de adaptación al síntoma. La acomodación al síntoma implica atender todas aquella conductas fruto de la enfermedad y que no suponen ninguna mejoría para el paciente, sin embargo es la forma más rápida de que el paciente esté siempre contento aunque la enfermedad se acentúe.


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Paralelamente a este estudio se han recogido los resultados fruto de los talleres en España y pronto se pondrán en común con Grecia e Inglaterra.



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