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02/06/2010

Prueban que hay un futuro para los menores de acogida

Una investigación de la UA permite probar que la gran mayoría de los niños y niñas que han sido tutelados en programas de acogida al llegar a adultos acaban normalizando su vida. Este trabajo ha sido desarrollado por Francisco Javier Domínguez, profesor de Trabajo Social.



AUTOR: UA

El trabajo ha consistido en un seguimiento sobre la trayectoria vital de 40 de estos muchachos quince o veinte años después de haber sido tutelados. "El estudio revela que, contra lo que se suele creer, sí hay un futuro para ellos", señala. El trabajo se ha desarrollado sobre chicos que estuvieron en la segunda mitad de los años 80 en régimen de acogimiento residencial, es decir, en pisos, dentro un programa piloto dirigido por Francisco Javier Domínguez, entonces uno de los coordinadores del centro Nazaret. Este régimen se llevaba a cabo en pisos comunes, donde grupos de 6 o 7 menores convivían con 3 o 4 educadores, en un ambiente de modelo familiar, un régimen por ello diferenciado del de los grandes centros de instituciones y del de acogimiento por familias en su propio hogar.

 

Explica Francisco Javier Domínguez que, ya en la UA, se preguntó sobre la evolución que habrían seguido aquellos muchachos, ya en la treintena y plenamente adultos. "Oí decir a una directora general que el itinerario de los menores en centros de acogida era de ahí al reformatorio y de él a la cárcel·, pero yo pensaba que no tenía que ser así". De los 40, muchos de ellos dispersos entonces por toda la geografía española, pudo localizar a 30, más otros 4 de los que obtuvo referencias indirectas y 2 que supo que habían fallecido. A los 30 localizados vivos les remitió un cuestionario detallado y a 15 de ellos los entrevistó en profundidad personalmente además, tratando de encontrar las razones de que a unos les hubiera ido bien en la vida y a otros no.

 

Del resultado de su investigación se desprende que habían normalizado su vida la gran mayoría, un 83% si se cuentan sólo los que recibieron el cuestionario, y un 88% si se incluyen los 4 de los que el investigador obtuvo referencia indirectas, todas positivas. Según sus puntuaciones, la situación de los 30 encuestados fue: 12 de ellos (el 40%) nivel de integración plena; 13 (43%), buena; 1(3%), en situación de vulnerabilidad: y 4 (el 13%) en exclusión social.

 

El baremo estaba establecido con puntuaciones positivas y negativas. Las positivas valoraban los siguientes apartados: trabajo y tipo de trabajo; vivienda, propia o alquilada; nivel de ingresos; estudios finalizados; estabilidad familiar; y red social de apoyo (amigos, parientes, compañeros de trabajo…) Puntuaciones negativas eran problemas con la policía, consumo de drogas, hijos en centros de protección, uso de los servicios de ayuda benéfica y actitud ante el maltrato de hijos o pareja. El perfil del 83% (88 si se incluyen los 4 de referencias indirectas) era en estos apartados entre muy bueno y aceptable. Las 4 personas en exclusión estaban en situaciones sociales muy deterioradas y dramáticas desde el punto de vista personal.

 

"Una de las cosas que pude comprobar es que hay casos en que chicos que salieron del régimen de acogida con muy buen pronóstico luego acabaron con graves problemas y, al revés, otros con mal pronóstico tuvieron una inserción muy positiva. La clave está en las personas con las que se encontraron, que facilitaron o entorpecieron su inserción. También comprobé que para ellos la figura de los educadores se había convertido en sus personas de referencia. Aunque en principio el acogimiento por familias en más favorable para la integración, el modelo de convivencia residencial que prima la relación cercana con el menor favorece un clima de bienestar", afirma.
 


DESTACAMOS

La UA estudia actuar sobre las familias de niños en riesgo social desde el embarazo

Educar precozmente a las familias que pueden criar niños en riesgo social, incluso durante el mismo embarazo. Esta es la medida preventiva que propugna el profesor de la Universidad de Alicante, Agustín Bueno que, además de evitar dramas futuros, se traduciría en un ahorro económico al comparar los costes de la asistencia social con los de la residencia en instituciones de protección. La Universidad de Alicante va a editar próximamente un libro coordinado por este profesor de psicología social sobre infancia y juventud en riesgo social, con cerca de 20 capítulos escritos por una treintena de expertos, que abordan este problema desde distintos puntos de vista académicos y profesionales. Como principales riesgos sociales se señalan el abandono, el maltrato y la delincuencia.

 

"Para proporcionar a niños en esta situación afecto y seguridad es fundamental actuar sobre su familia —señala—. Y es importante hacerlo cuanto antes, incluso desde el embarazo. Hace años en la residencia Nazaret iniciamos actuaciones aisladas de educación familiar precoz que luego las localidades limítrofes (Muchamiel, San Vicente…) fueron incorporando. Nos dimos cuenta que la educación de la familia en la etapa perinatal es fundamental. Por ejemplo, si en un hospital detectan a una mujer embarazada que puede ser madre de un niño en riesgo social (por ejemplo, excesiva juventud, compañero drogadicto, padre en la cárcel, sin apoyo familiar…) es conveniente ofrecerle apoyo educativo. Hay que preguntarle si quiere que le ayudemos a cuidar ese niño, enseñándole a bañarlo y a alimentarlo, acompañarla al pediatra, hasta que a los tres años entre ya en la red normal de los servicios sociales". Indica también que puede ser necesario trabajar no sólo con los padres, sino con los abuelos y con otros miembros del entorno familiar.

 



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