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17/06/2010

Thomas Glick, nuevo doctor honoris causa de la Universitat de València

Es partidario del diálogo entre culturas y un apasionado defensor de la Huerta de València

La Universitat de València ha investido el prestigioso hispanista Thomas Glick como nuevo doctor ‘honoris causa’ de la institución durante el acto, celebrado en el Paraninfo del edificio histórico de La Nau.



AUTOR: UV

Glick, nacido a Cleveland (Ohio, EE.UU.) el 1939, y actualmente profesor de Historia Medieval de la Universidad de Boston, es un especialista en los regadíos históricos valencianos y en la recepción de las ideas científicas –y en especial el darwinismo– en España. Durante su intervención, el nuevo doctor ‘honoris causa’ ha efectuado una defensa documentada, y a la vez llena de pasión, de la Huerta de València, sus gentes y su cultura.

 

Thomas F. Glick ha entrado al Paraninfo acompañado de sus dos padrinos, los catedráticos de Historia Medieval de la Universitat de València Enric Guinot y Antoni Furió. Ha sido Furió el primero a intervenir. En su ‘laudatio’, el medievalista valenciano ha recordado la trayectoria científica y vital de Glick, sus aportaciones científicas, y su compromiso cívico. También ha destacado la estrecha relación del norteamericano con la Universitat de València.

 

Antoni Furió ha afirmado: “Ajeno a las polémicas locales, Glick no sólo identificó las improntas orientales dentro el marco institucional del regadío valenciano, sino que destacó el papel crucial que había tenido al-Andalus en la recepción y transmisión de la cultura islámica y, a través de esta, de otras culturas y civilizaciones, como la helenística, la china o la hindú. Todo un ataque en la línea de flotación del tradicional etnocentrismo hispánico, incapaz de comprender y menos todavía de admitir los préstamos y las transferencias entre culturas, convencido de la solidez autosuficiente del sustrato cultural ibérico”. “Glick, como la mayoría de los hispanistas, está menos atrapado por las obsesiones esencialistas que han cegado y ciegan todavía muchos historiadores españoles”, ha añadido Antoni Furió, quienes ha destacado también que mientras trabajaba sobre los sistemas de riego en la Valencia medieval y, en general, sobre los préstamos y las transferencias culturales de Oriente en Occidente a través d’al-Andalus, Thomas Glick “empezó a interesarse también, en un sentido todavía más general, por la difusión de las ideas científicas y técnicas, y de manera más particular, por la recepción y la difusión de las grandes teorías científicas que han marcado nuestra contemporaneidad y por las personas que las elaboraron: Darwin y el evolucionismo, Freud y la psicoanálisis y Einstein y la relatividad”.

 

Tras la intervención de Furió, el rector de la Universitat de València, Esteban Morcillo, ha leído la fórmula tradicional de investidura. A continuación, Thomas Glick ha tomado la palabra para leer un discurso donde ha remarcado, entre otros aspectos, sus vinculaciones con la Universitat de València y con personalidades destacadas del mundo intelectual valenciano (López Piñero, Joan Fuster, Vicenç Rosselló, Joan Mateu...). Glick se ha mostrado muy duro con el proceso de destrucción de La Huerta: “La extinción generalizada del regadío tradicional valenciano, sepultado por el cemento y el asfalto o transmutado en un neoregadio tubiforme extrañamente implantado en el territorio, va acompañada de una triste serie de expropiaciones y expulsiones de los agricultores tradicionales en buena parte de localidades valencianas poseedoras de huertas históricas. En conjunto, el fenómeno presenta un inquietante paralelismo con la expulsión de musulmanes y moriscos entre 1238 y 1609, de los cuales los labriegos son herederos directas”. El historiador norteamericano ha concluido: “El resultado de este panorama deprimente, funesto con respecto a la degradación y la despersonalización del paisaje valenciano, puede llegar a ser más funesto todavía, puesto que se ha sembrado la semilla de la catástrofe ambiental”.

 

El nuevo doctor ‘honoris causa’ ha tenido palabras muy amables para València, sus gentes y su paisaje: “Para mí, como medievalista, València ha sido Eldorado. Colón pensó que el Orinoco era la entrada al paraíso terrestre. Contemplando la Huerta desde Godella a finales de los sesenta, donde residía con mi mujer Betty, en una casa situada sobre la acequia de Montcada, el Túria era la entrada a un paraíso real, del cual he obtenido mucho más provecho que el desgraciado Colón de su Orinoco. La riqueza de las colecciones documentales, y la posibilidad de ver con mis propios ojos las acequias, los embalses, los partidores y los molinos que encontraba diariamente en los folios de Litium, me han proporcionado un privilegio denegado a la mayor parte de los investigadores en historia medieval. Por otra parte, la historia de la ciencia valenciana contemporánea me abrió una ventana a un mundo intelectual vibrante y dedicado a una causa que, como sus mismos protagonistas reconocieron, prometía un mundo mejor, y una mejor vida para sus habitantes. En ambos campos, sin embargo, yo habría tenido mucho menos éxito si no hubiera contado con el saber y el obsequio constante de amistad y colaboración de unos colegas extraordinarios que representan para mí el máximo tesoro de esta querida y venerable Universidad”.

 

La intervención del rector ha culminado la sesión. Esteban Morcillo ha afirmado: “Thomas Glick es un universitario completo, dotado de una gran curiosidad científica y una gran honestidad intelectual, que destaca por la variedad y amplitud de sus intereses y sus conocimientos. Ha hecho importantes contribuciones al conocimiento científico, desde la historia de la ciencia y la técnica a la de los préstamos e intercambios culturales, en las cuales ha sabido combinar el examen riguroso, a pie de obra, del análisis local con reflexiones de alcance más general que ponen en relación las diversas civilizaciones por encima de las fronteras culturales. Es también un universitario comprometido con su tiempo y con los grandes problemas de nuestro mundo, en particular los que afectan a la convivencia entre pueblos y culturas y a la defensa del patrimonio, material e inmaterial, como un bien supremo de nuestras sociedades”.

 

El rector ha recordado como, además de su obra científica, la figura de Thomas Glick tiene también “una dimensión social, cívica, nada despreciable”. Esteban Morcillo ha señalado: “Siendo como es un historiador del contacto y el intercambio entre culturas, y además un historiador de la Valencia medieval, donde convivían cristianos, musulmanes y judíos, Thomas Glick no puede ser sino un partidario del diálogo entre culturas y civilizaciones, en unos momentos en que el fanatismo y la intolerancia renacen con fuerza y dificultan de nuevo la convivencia pacífica a Palestina y el Próximo Oriente. El profesor Glick es un hombre de su tiempo, que ha experimentado en la propia historia familiar los horrores del siglo XX, con la persecución de los judíos durante el Holocausto; y al mismo tiempo, como científico, ha sido una de las personalidades que más han hecho por estudiar y valorar la aportación de las diversas tradiciones culturales”.
 


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