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13/09/2011

Roberto Vivó Hernando, director del Instituto de Automática e Informática Industrial (ai2) – Universitat Politècnica de València

«La falta de visión de ciertos empresarios y políticos obliga a jóvenes investigadores a buscar suerte en otros países»

Desde el diseño de geosensores para la detección de movimientos sísmicos, a robots que manipulan alimentos, sistemas para satélites, detección de defectos en azulejos, la investigación en diabetes o juegos infantiles, resulta fascinante comprobar la variedad de proyectos en los que trabajan los investigadores del Instituto de Automática e Informática Industrial, el ai2. De las más de ochenta estructuras de investigación de la UPV, el ai2 siempre se ha mantenido entre las cinco primeras entidades en cuanto a resultados. Cuenta con alrededor de ciento veinte investigadores, oferta cinco áreas tecnológicas y factura alrededor de dos millones y medio de euros anuales, entre contratos de transferencia privada y proyectos competitivos públicos. Al frente de esta entidad se encuentra desde 2005 Roberto Vivó, doctor ingeniero industrial y catedrático de Lenguajes y Sistemas Informáticos.



AUTOR: RUVID

Como director del ai2, ¿cuál es su mayor reto?
He intentado estos años aunar las diferentes líneas de investigación para ofrecer una amplia oferta tecnológica. El Instituto nació para potenciar todavía más la colaboración entre la entonces Cátedra de Automática y de Informática, asociada a la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales dirigida por Pedro Albertos Pérez, y las empresas del entorno. De modo que nuestra principal misión es ser una correa de transmisión entre el conocimiento desarrollado por la Universidad y las empresas, la industria y las organizaciones.

 

El sector público tradicionalmente ha apostado por la investigación, sin embargo, el sector privado ha de jugar un papel cada vez más importante en la demanda de I+D. Conseguir esto es nuestro principal reto. Durante estos años hemos realizado muchos proyectos conjuntos con el tejido empresarial valenciano con muy buenos resultados, como con Lladró, Dulcesol, Ros Casares o el Puerto de Valencia. No obstante, creo que hay grandes posibilidades de ampliar nuestro ámbito de actuación. Debemos trasladar a las empresas el mensaje de que la inversión en I+D se traduce en mayor competitividad, permite diferenciarse de la competencia y conseguir mayor proyección internacional.

 

¿Percibe un progresivo cambio en la filosofía empresarial de trabajar a espaldas de la Universidad?
Aunque efectivamente encontramos directivos lanzados, como es el caso de Dulcesol donde siempre están pensando en introducir mejoras en su línea de producción, no todos están convencidos de ello. Las empresas que se muestran reacias a colaborar con el instituto aluden principalmente a cuestiones económicas. Así que no es tanto un problema de confianza en las capacidades de la Universidad, como de financiación. Cuando proponemos iniciar una investigación o aplicar cierta tecnología en una empresa, muchas veces ésta no se embarca en el proyecto si no recibe una financiación pública para ello.

 

Además, hay empresarios que les cuesta incluso presentar una propuesta conjunta a un programa público de financiación. Esto último es especialmente grave porque la filosofía que se está imponiendo desde la Administración es la de conceder mayores subvenciones o créditos a las empresas en detrimento de las universidades. De tal manera que se prefiere que la empresa lidere el proyecto de investigación y que el organismo público pase a ser un subcontratado o un socio más. Otro problema adicional es que, aunque surgen jóvenes emprendedores que apuestan por la colaboración con la Universidad y existen empresarios con mucha iniciativa, por su tamaño no tienen acceso a los grandes programas como los del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) o del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio.

 

A mi modo de ver, en líneas generales está costando que el sector privado tome la iniciativa, sobre todo a las empresas de un corte más tradicional que persiguen un rendimiento a corto plazo y que sienten recelo a dejar entrar investigadores en sus instalaciones. Pero creo que con los tiempos que corren, no les queda más remedio que cambiar esa mentalidad.

 

¿Qué estrategias emplean para concienciarles de los beneficios de la colaboración universidad-empresa?
Abordamos la cuestión desde dos vías: por un lado, la visita de nuestro gestor gerente a la empresa para presentar nuestra oferta de capacidades; y, por otro, ofrecerles la incorporación a nuestro Patronato como asociados a los que ofrecemos de manera gratuita el apoyo en la confección de cualquier petición de subvención entre otros servicios. Además, les informamos de las nuevas convocatorias que se publican, les proponemos proyectos y son los primeros beneficiados de la transferencia de tecnología. Con el tiempo, se establecen relaciones estables con estas empresas.

 

¿Qué aporta la figura del Patronato al Instituto?
El Patronato es un órgano consultivo que arrancó en 2006 e incluye a los principales fabricantes de sistemas automáticos y de robótica punteros a nivel mundial y a las organizaciones con las que hemos tenido contacto a lo largo de los años como la Conselleria de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente y varios colegios profesionales. Estas entidades apoyan nuestra labor y nos avalan. Además, participan en los órganos de dirección de la entidad a través del Consejo Científico-técnico, algo muy novedoso en los institutos universitarios de la UPV. Por tanto, nos orientan hacia las necesidades del mercado.

 

A raíz de los éxitos cosechados en campeonatos internacionales de fútbol con robots humanoides, quizá el ámbito más conocido del ai2 sea el de Robótica.
Nuestra participación en las diferentes ediciones de RoboCup efectivamente da visibilidad y nos ha permitido aprender mucho en cuanto a programación de sistemas empotrados, conocimiento que después se aplica a otros ámbitos. No obstante, también trabajamos en la construcción de robots humanoides, en la robótica móvil donde desarrollamos vehículos autoguiados, y en el campo de la robótica articulada como el diseño de garras para manipular productos. En cuanto a la robótica asistencial, hemos participado en estudios sobre camas sensorizadas que controlan las constantes vitales de pacientes y pueden resultar de gran utilidad para hospitales.

 

¿El área de Visión por Computador en qué aplicaciones trabaja?
Principalmente en la vídeo vigilancia de espacios. Por ejemplo, el proyecto europeo SENSE ha concluido con unos resultados muy prometedores en la detección de situaciones de riesgo o comportamientos anómalos como el abandono de objetos en espacios comunes tales como salas de aeropuertos. El Instituto contribuyó con la construcción de una cámara que integraba los sistemas necesarios para el reconocimiento de dichos objetos. En esta misma línea, la iniciativa ViCoMo persigue modelar la información contenida en los vídeos grabados por las cámaras instaladas en las terminales portuarias de carga y descarga de Acciona Transmediterránea. A partir de la información que otros socios europeos procesan de las grabaciones, desde el Instituto trabajamos en hacer una reconstrucción en 3D del proceso grabado. Estos resultados servirán para llevar un mayor control de operaciones y evitar robos o accidentes laborales.

 

Por otro lado, el Instituto colabora con el sector espacial y aeronáutico.
Sí, desde el área de Informática Industrial. Quizá sea el área más internacional del ai2 puesto que juega un papel de liderazgo a nivel europeo en lo que son los llamados sistemas hipervisores. Son sistemas muy fiables ya que siguen funcionando aunque uno de sus sistemas operativos falle. Hemos firmado varios contratos con empresas que trabajan para la Agencia Espacial Europea para montar estos sistemas en satélites.

 

Con tantos proyectos interesantes, no faltarán jóvenes ingenieros interesados en dedicarse a la investigación.
La gente joven es la que está realmente ilusionada y proponen iniciativas nuevas como introducir las nuevas tecnologías en el instituto. Como anécdota, hemos inaugurado un espacio en Facebook, algo en lo que yo no habría pensado. Sin embargo, hay que admitir que existe cierta desolación en cuanto a la carrera investigadora y muchos optan por irse al extranjero. A pesar de que esta decisión a la larga sea beneficiosa para ellos, representa una gran pérdida para nuestros centros. Es el caso de un joven investigador que en diciembre deja de trabajar en uno de mis proyectos sobre visión 3D sin gafas porque ha conseguido una beca en Japón. Conforme está la financiación pública actual, estas oportunidades no se deben desaprovechar.

 

Para quedarse en España, algunos deciden crear su propia empresa. Es el caso de Okode, una spin-off surgida a partir de la investigación del ai2. A sus promotores les va muy bien, aunque sus tecnologías han tenido mejor acogida en el extranjero que en España por la falta de visión de algunas personas. Como la tecnología que la EMT de Valencia rechazó a pesar de ofrecérselo gratuitamente y que a día de hoy permite a los usuarios del transporte público de Helsinki ver en sus dispositivos móviles la posición en tiempo real de los tranvías de la ciudad. Estas actitudes no las entiendo. Estamos desaprovechando las capacidades de excelentes jóvenes a quienes hemos formado durante años.

 

Afortunadamente no todos son así.
Efectivamente, en la Conselleria de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente, por ejemplo, sí que hemos encontrado mucha iniciativa como es el caso de apostar por un sistema gratuito de información geográfica, el gvSIG. Éste es uno de los proyectos más interesantes en el que participa el Grupo de Informática Gráfica y Multimedia que dirijo. Después, con el Instituto Geográfico Nacional participamos en el proyecto España Virtual para aplicar tecnologías de representación tridimensional de terreno y de edificación al territorio español.

 

Asimismo, mi equipo de investigación colabora desde hace años con el Centro Tecnológico del Juguete (AIJU) en la aplicación de la realidad aumentada a la industria del juguete. He de decir que esta tecnología es emergente y permite un amplio espectro de aplicaciones como el mantenimiento de equipos, el entrenamiento de destrezas, o la venta por catálogo… en esta línea hemos iniciado contactos con el Instituto Tecnológico Metalmecánico (AIMME) para llevar la realidad aumentada a empresas de joyería. Esta tecnología permitiría, pongamos por caso, que un cliente se probara un anillo sin necesidad de desplazarse a la tienda.

 

El Control de Procesos es el quinto ámbito de actuación del ai2. ¿Se refiere a procesos exclusivamente industriales?
No, cualquier proceso que se pueda simular desde la cantidad de contenedores que una empresa puede apilar, al control de aerogeneradores en alta mar, o el funcionamiento de un órgano. Dentro del ámbito sanitario, el Instituto ha obtenido importantes resultados en la investigación para avanzar en el control de la diabetes. De hecho, el instituto lidera uno de los microclusters del Campus de Excelencia VLC Campus dedicado a la salud, y uno de los motivos es por el modelado de un páncreas artificial. Por ahora se trata de un modelo matemático pero se espera traducirlo en una máquina que controle al paciente e inyecte de manera no invasiva la insulina que requiera en cada momento.

 

Varios grupos del Instituto están involucrados en estos microclusters del VLC Campus, ¿qué oportunidades ve en estas plataformas público-privadas enmarcadas en el Campus de Excelencia que agrupa a la UPV, la Universitat de València y el CSIC?
Todavía es pronto para decirlo porque aún es necesario concretar su funcionamiento. Por ejemplo, saber si va a tener una dotación específica para su desarrollo o debemos concurrir a las convocatorias tradicionales. Dicho esto, me parece una iniciativa necesaria y lógica que las personas que trabajen de manera complementaria en ciertos sectores intercambien información y compartan recursos. En este sentido, los microclusters –o podríamos decir macroclusters por su volumen– son una buena iniciativa.
 


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