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10/02/2012

Susana Sanz Caballero, catedrática de Derecho Internacional Público Universidad CEU Cardenal Herrera

«Las penurias económicas pueden desembocar en el aumento de la violencia contra la mujer»

En 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos, considerado el documento base de la dignidad humana, seguido de diversos tratados específicos. Muchas de las vulneraciones a estos derechos se producen por parte de los propios Estados que han suscrito los acuerdos internacionales. Cambiar esta realidad no es tan sencillo. Susana Sanz, titular de la Cátedra Jean Monnet de la UCH-CEU, es una gran conocedora de la situación de los derechos humanos en el mundo y el papel que desempeñan los organismos internacionales. Su ámbito de investigación se centra principalmente en la protección de grupos vulnerables, y el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales. La repercusión de la crisis económica en las familias europeas o las prácticas culturales discriminatorias hacia la mujer son algunos de los temas de actualidad por los que le preguntamos.



AUTOR: RUVID

Aunque parece que se haya avanzado mucho en el terreno legislativo, es obvio que en la práctica se cometen violaciones sistemáticas de los derechos humanos, ¿qué falla y existe solución?

Instrumentos jurídicos a nivel universal ya existen muchísimos: la Declaración Universal de 1948; el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, y el Pacto de los derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966; y múltiples convenios sobre distintas violaciones concretas –contra el apartheid, la discriminación racial, y en defensa de grupos vulnerables como los niños, personas migrantes y sus familias, personas con discapacidad, etc.–. Por tanto, no creo que haga falta aprobar más convenios, sino aplicar los que hay. Quizá uno de los problemas sea el mecanismo de protección de los derechos que aparecen en esos convenios porque no nos engañemos, los convenios los negocian y ratifican los Estados. Si no se llega más lejos en la protección, es porque no quieren.

 

Siempre he pensado que nos falta a nivel internacional un tribunal universal de derechos humanos en el que cualquier víctima por violación de derechos humanos pudiera demandar a un Estado concreto. Es algo que los Estados nunca han aceptado porque implicaría la cesión de competencias de su soberanía en esta materia. Sin embargo, sí existe a nivel regional como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos o la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Esto nos demuestra que es posible si son pocos los países asociados y tienen unos valores similares.

 

El problema de la protección de los derechos humanos a nivel universal es que hay que poner de acuerdo a 193 estados, diferentes a nivel ideológico, político, económico, religioso, que ni siquiera tienen las mismas concepciones sobre los derechos humanos. Hay países islámicos que consideran que cortar el brazo a un ladrón no es una violación de sus derechos fundamentales porque prima el derecho de la comunidad. Incluso hay culturas que piensan que los derechos humanos es un invento occidental que intentamos imponer al resto del mundo, y eso no es así. Los derechos humanos son los derechos básicos que tiene cualquier persona por el mero hecho de ser persona.

 

Si la pobreza es una violación de los derechos humanos y una tercera parte de la población mundial vive en situación de pobreza, ¿hay lugar para la esperanza?
Siempre se dice que la esperanza es lo último que se pierde pero en estos tiempos ser optimista es difícil. Llegué a ilusionarme cuando se aprobaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio en el año 2000 porque ahí se hablaba de reducir la mortandad infantil y materna, de disminuir sensiblemente el número de enfermedades infeccionas y extender la educación... todo con el horizonte del 2015. Por aquel entonces, países que ahora llamamos emergentes erradicaron parcialmente la pobreza, es el caso de Brasil, la India, China. Sin embargo, la crisis actual ha dado al traste con toda esperanza. Esos países se están volviendo a empobrecer y están apareciendo en Occidente bolsas de pobreza y marginalidad en colectivos antes pertenecientes a la clase media. Erradicar la pobreza es cuestión de prioridades ya que, dedicando menos a otros fines, está estudiado que se podría terminar con esta realidad.

 

Las guerras también atentan directamente contra los derechos humanos. Usted ha estudiado las funciones de las Naciones Unidas, así como las de su secretario general, ¿es posible ejercer una diplomacia preventiva?
Cuando hablamos de la ONU, hay como sentimientos encontrados. Por una parte nos quejamos de que no ha logrado evitar cientos de guerras regionales y civiles en sus más de sesenta años de historia y esto es cierto. Pero, por otra parte, sí ha conseguido evitar una tercera guerra mundial. Alguien dijo que si no existiera la ONU, habría que inventarla. Como he dicho antes, tiene el poder y las competencias que sus Estados miembros le quieran dar. Por tanto, su grandeza y a la vez su debilidad son precisamente el elevado número de miembros y las características de cada uno. Poner a todos de acuerdo en algún tema es poco menos que magia.

 

Cuando se creó este organismo, los fundadores no quisieron que fuera un legislativo mundial en la que se aprobaran normas obligatorias. Por eso, hoy día debemos consensuar cada acuerdo. En este punto la labor del secretario general es fundamental y negocia muchas veces en la sombra. En teoría tiene unas funciones más bien burocráticas, sin embargo, los diferentes secretarios han entendido su mandato de manera más amplia. A la oficina de la Secretaría General de la ONU llegan las últimas informaciones de cualquier amenaza a la paz. El secretario general, por tanto, es quizá la persona mejor informada del mundo sobre amenazas latentes y está en una posición privilegiada para entrar en contacto con las partes en conflicto para mediar con ellas. De esta labor muchas veces ni nos enteramos porque es absolutamente confidencial. Por eso, creo que su trabajo sigue más vigente que nunca aunque es verdad que el grado de implicación depende de la persona que ocupa el cargo. Nunca ha habido una secretaria general, eso sí que creo que es una asignatura pendiente.

 

Human Rights Watch denuncia que muchos gobiernos democráticos no han condenado con suficiente vehemencia la violencia producida a raíz de las protestas de la llamada Primavera Árabe por sus vínculos con los represores.
Por los intereses políticos y comerciales creados se condenan las violaciones cometidas en unas partes del mundo y no en otras. No obstante, también nos llevamos a veces sorpresas positivas. Por ejemplo, Estados Unidos se quedó perplejo hace unos años cuando perdió por un tiempo su asiento en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Fue un castigo del resto de países por no haber ratificado el Estatuto de la Corte Penal Internacional, por no dejar que hubiera medicamentos genéricos contra el SIDA para el tercer mundo porque las patentes son propiedad de firmas americanas, y por los abusos en Guantánamo.

 

En el caso de los regímenes del norte de África que han sido derrocados por la Primavera Árabe, es cierto que ha habido una connivencia de los países desarrollados –no solo los occidentales– por su dependencia del petróleo. Siempre se pensó que esas dictaduras eran un mal menor porque su política de mano dura parecía evitar la proliferación de movimientos terroristas internacionales. En estos momentos existe mucha incertidumbre porque, como vemos en las elecciones egipcias, la población está decantándose mayoritariamente por un islamismo moderado.

 

Con respecto al auge de estos partidos en Oriente Medio y África del Norte, parece que hay preocupación sobre los derechos de las mujeres y la libertad religiosa. ¿Cuál es su opinión?
Efectivamente hay razones para preocuparse porque la situación de la mujer en la cultura islámica y la religión musulmana siempre ha sido de sumisión. Como ejemplo de la imagen de la mujer en estas sociedades, a los mal llamados mártires se les promete que en el paraíso habrá diecisiete vírgenes esperándoles. Por tanto, aunque los partidos islamistas moderados, como los Hermanos Musulmanes, han prometido que no habría vuelta atrás en cuanto a los posibles avances de los derechos de la mujer, me parece un mal precedente que la Ley Islámica (Sharia) se pueda aplicar en la vida cotidiana y que afecte a la vida política. Egipto, por ejemplo, ahora va a prohibir que las mujeres vistan bañador en las playas, salvo en recintos cerrados o complejos hoteleros. Pero es la misma población la que está eligiendo a estos partidos. Tradicionalmente ellos se han encargado de las acciones caritativas por lo que han ganado muchas simpatías pero después habrá que ver su agenda oculta.

 

¿La crisis económica está desembocando en un incremento de los grupos vulnerables y nuevas violaciones de los derechos humanos? ¿Cómo afecta a la familia?
La familia es la célula básica de la sociedad. Es el primer entorno de socialización de la persona y es la institución que más apoya a sus miembros. Hay solidaridad, cuidado mutuo, sostenimiento del más débil. Por tanto, en estos momentos de crisis y paro está jugando un papel fundamental porque está sosteniendo a sus miembros. La familia está aguantando el envite e incluso en situaciones de adversidad se refuerza. Sin embargo, todo tiene un límite y el incremento del número de familias en las que todos sus miembros están en paro está provocando situaciones de exclusión social. Cuando la familia es incapaz de proveer el cuidado a sus miembros, la presión puede llevar a su desestructuración: separaciones, casos de alcoholismo, abuso de drogas, depresiones, incremento de maltratos... El Estado debería, por tanto, promover políticas de apoyo a la estructura familiar. Los grandes perdedores de la crisis no son los bancos o los políticos, sino las familias que están soportando económicamente los desmanes que se hayan podido producir en el pasado.

 

Ha escrito sobre la intersección entre cultura y violencia contra la mujer. Será difícil hacer un análisis global pero, ¿mejora o empeora la situación? ¿Dónde existe mayor vulnerabilidad?
La ONU ya advirtió sobre este asunto pero en absoluto está queriendo decir que la cultura sea algo negativo sino que avisa contra el uso perverso de la cultura. La situación ha mejorado en algunas partes del mundo, como en el cono sur americano. Pero en otras no se avanza y los asesinatos de honor siguen aumentando. Donde hay mayor vulnerabilidad es donde hay fanatismo de cualquier tipo y donde hay prácticas culturales opresivas para la mujer como la ablación o los matrimonios forzosos. Es decir, se usa la cultura para discriminar. Por poner unos ejemplos, en Uganda, cuando una familia anuncia el nacimiento de una niña, dice que ha nacido una prostituta y que la casarán a cambio de ganado. En Taiwán llaman a las mujeres agua derramada por el suelo. Una expresión popular turca dice que es preferible que una mujer muera a que lo haga toda la familia por vergüenza. En Asia dicen que tener una hija es regar el jardín del vecino. Hace falta mucha labor para convencer de que hay prácticas culturales que por muy ancestrales que sean no vale la pena conservarlas si suponen una violación de los derechos humanos.

 

Recientemente estuvo en Togo analizando las condiciones de vida de la población pobre. ¿Pudo comprobar sobre el terreno esas tradiciones discriminaciones hacia la mujer?
Fue en el marco de una investigación que desarrollamos en aquel país. Muchas veces estas prácticas están basadas en supercherías, magia o intereses creados. Las mujeres y niñas cargan con todo el peso del trabajo de la casa, del campo, cuidan los animales y comercializan los productos, todo en perjuicio de su desarrollo personal y de su educación. Sin embargo, quien maneja el dinero son los varones. De modo que la mujer trabaja pero no cuenta. Cambian a las niñas por bienes de consumo, se abandonan o prostituyen dentro y fuera de la familia, sufren explotación laboral y mutilaciones, o se venden como esclavas para que trabajen en puestos del mercado. Encima si el negocio va mal son acusadas de brujería e inmediatamente expulsadas. Esto se seguirá produciendo mientras no concienciemos tanto a la población como a los líderes locales, cantonales, regionales y estatales de que estas prácticas son insostenibles.

 

¿Quién ha de ejercer esa concienciación?
Las ONG, las agencias de Naciones Unidas, o la Iglesia Católica a través de organizaciones como Cáritas están haciendo un gran trabajo pero hace falta realmente educar a los líderes de esas comunidades. Es justamente lo que pretendíamos hacer con este proyecto. Observamos cuando impartimos conferencias allí que estos jefes no quieren escuchar esta realidad y niegan que se produzcan estas prácticas. Entonces te das cuenta de que efectivamente hay una falta de medios económicos, pero tampoco hay conciencia e interés en cambiar.

 

En Mozambique ya trabajamos en un modelo similar. Contactamos con una ONG y una universidad local y realizamos conjuntamente un estudio socioeconómico sobre las condiciones de vida de la población pobre. Más de mil familias respondieron a nuestro cuestionario. Después presentamos las conclusiones en la universidad y a los jefes del país. Nuestra intención es publicar el estudio en francés para distribuirlo a todos los responsables locales que son quienes toleran que en sus poblados se produzcan prácticas contrarias a los derechos humanos.

 

Su trabajo se enmarca en la labor del Centro de Estudios de Derecho y Relaciones Internacionales. ¿Con qué objetivo se creó y cuál es su actividad?
Es un centro que creamos hace unos años tres universidades valencianas: la Jaume I, la de València y la CEU-Cardenal Herrera para estrechar relaciones y profundizar en temas comunes como el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional, y la protección internacional de los derechos humanos. Nos posibilita tener mayor repercusión y establecer contactos con otras universidades, aprovechamos sinergias y evitamos duplicidades. Nos ha permitido, por ejemplo, participar en un programa del Séptimo Programa Marco de la Comisión Europea sobre conflictos armados y el derecho como solución y a partir de sus conclusiones ha surgido otra iniciativa nacional que estoy actualmente dirigiendo. En este caso queremos analizar el trato que reciben grupos vulnerables como niños, refugiados y reclusos por parte del personal de las operaciones de paz de la Unión Europea desplegadas en zonas inestables. Es complicado acceder a estos datos porque muchas veces se considera información sensible.

 

En noviembre de 2009 fue elegida Miembro del Consejo del Instituto Internacional de los Derechos Humanos. ¿Cuáles son los principales logros de este centro?
El Instituto fue impulsado hace más de cuarenta años por el premio Nobel de la Paz René Cassin. Su principal cometido es la formación de líderes en materia de derechos humanos para evitar abusos, la sensibilización en estos temas, la promoción de la investigación, y el asesoramiento y formación de políticos, policías y jueces en territorios donde la democracia sea débil como en Georgia, en Congo, Senegal o Azerbaiyán. Ha cumplido su función con creces porque muchos líderes han pasado por sus aulas, así como altos funcionarios de organismos internacionales, investigadores, profesores universitarios, activistas, periodistas, etc. Su principal logro es que haya tantos embajadores suyos por el mundo que ahora están en posiciones donde pueden luchar por la protección de los derechos humanos.
 


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