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05/02/2014

Félix Gutiérrez Rodero, profesor del Dpto de Medicina Clínica de la Universidad Miguel Hernández de Elche

«Es necesaria una formación específica en el posgrado de Medicina para detectar y tratar correctamente las enfermedades infecciosas emergentes»

Las personas infectadas por el VIH pero tratadas adecuadamente gozan de una esperanza de vida larga y las posibilidades de que infecten a otros son muy bajas debido a que las estrategias actuales han conseguido suprimir la replicación vírica. La mala noticia es que el virus permanece latente en el organismo y a largo plazo pueden aparecer complicaciones que minan la salud del paciente. Comprender esta compleja cuestión y ponerle remedio es el siguiente reto en el que están trabajando investigadores como Félix Gutiérrez. El profesor es jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital General Universitario de Elche y lleva a cabo una labor asistencial, docente e investigadora; colabora con grupos de investigación nacionales e internacionales, y ha contribuido con sus estudios a conocer mejor esta y otras enfermedades y a desarrollar terapias más eficaces.



AUTOR: RUVID

¿Cuál es la eficacia actual de las terapias contra el VIH?
Se han conseguido avances científicos muy significativos en las últimas décadas de manera que cuando hay acceso al tratamiento antirretroviral –que en nuestro entorno es lo habitual–, en la mayoría de los casos logra suprimir la replicación del virus y los pacientes pueden hacer una vida normal. Se ha transformado en una enfermedad crónica, controlable con una terapia que consiste en la combinación de varios fármacos. Sin embargo, la esperanza de vida de estos pacientes sigue siendo menor que la media. El virus se encuentra latente y observamos que aparecen enfermedades o complicaciones que indican un envejecimiento prematuro de manera que tienen una aceleración de la arteriosclerosis y las complicaciones vasculares asociadas como infartos, ictus o isquemias. También se ha registrado entre este colectivo una mayor incidencia de cánceres, una aceleración de la pérdida de masa ósea y el deterioro de la función renal. Pensamos que la explicación reside en la activación del sistema inmune y la inflamación persistente que hemos detectado en los pacientes, algo que ocurre también en otras enfermedades y que en principio no debería producirse con el tratamiento antirretroviral.


¿Entonces su principal línea de investigación es intentar comprender esta cuestión?
Podría deberse a una replicación residual del virus que no observamos con los análisis actuales o que determinadas infecciones asociadas jugaran un papel. En mi grupo de investigación estudiamos la segunda posibilidad, concretamente el efecto de determinadas coinfecciones por virus que aceleran la arteriosclerosis. Pretendemos identificar los biomarcadores que nos ayuden a comprender los mecanismos por los cuales se producen estos problemas para poder detectarlos y tratarlos precozmente. El estudio lo desarrollamos desde un grupo que colideramos dentro de la Red Española de Investigación en SIDA (RIS). Empleamos muestras clínicas de nuestros pacientes del Hospital General Universitario de Elche y también trabajamos con muestras que proceden de otros pacientes de España, enviadas por socios de la red.


¿Cuáles son sus principales contribuciones en este ámbito?
Como digo, nos hemos centrado mucho en la arteriosclerosis, una enfermedad propia del envejecimiento y que provoca una rigidez y estrechamiento de las arterias que casi siempre se ha vinculado al colesterol pero existen otros factores. Uno de los motivos que daña la pared arterial es la inflamación y sabemos que los pacientes infectados por VIH presentan inflamación persistente. Hemos observado que hay varias coinfecciones por determinados virus que son muy prevalentes en estos pacientes – como los virus que producen la varicela o el herpesvirus tipo 8 – y que contribuyen a la inflamación de las arterias. Estas son algunas de nuestras contribuciones para comprender por qué se acelera la arteriosclerosis y extremar de este modo la vigilancia. También hemos visto que el virus de la Hepatitis C puede contribuir. De hecho, demostramos que cuando se logra erradicar este virus con tratamiento antivírico, mejoran los biomarcadores de la arteriosclerosis.


Otro de los virus que afectan a estas personas es el virus del papiloma humano. Este virus es el causante del cáncer de cérvix en mujeres y el de ano, un tumor que vemos con mayor frecuencia en hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y que tienen exposición o infección por el VIH. En el caso de las mujeres se introdujo hace dos décadas un programa muy exitoso de cribado para la detección precoz de lesiones precancerosas producidas por el virus del papiloma. Hemos puesto en marcha dentro de la RIS un programa similar para identificar y tratar precozmente las lesiones precancerosas en el colectivo de hombres con riesgo de contraer el virus del papiloma y estamos estudiando la eficacia de extender el programa a todo el territorio nacional.


¿En qué otros aspectos investigan dentro del VIH?
Hemos visto otros cofactores como los efectos de los tratamientos antirretrovirales ya que algunos fármacos producen alteraciones metabólicas en el organismo como la destrucción o redistribución de la grasa corporal, lo que desfigura el aspecto físico de la persona y la estigmatiza. Paralelamente puede acelerar la arteriosclerosis de modo que hay que buscar medicamentos que tengan menos efectos metabólicos.


Además, en el marco de colaboraciones internacionales, participamos en diversos proyectos epidemiológicos y en la evaluación de nuevos fármacos o estrategias de tratamiento. En algunos casos, se trata de ensayos clínicos que requieren un gran número de pacientes y han de ser necesariamente multinacionales. Es el caso del último estudio publicado recientemente en la revista The New England Journal of Medicine en el que participamos, en el que se demostró que una nueva terapia basada en un inhibidor de la integrasa del virus es más eficaz y con menos efectos secundarios que las pautas empleadas actualmente.


Por otro lado, hemos iniciado una línea de investigación centrada en la estimación del riesgo residual de transmisión de la infección del VIH y estamos analizando la eliminación del virus en secreciones genitales en personas suprimidas virológicamente con antirretrovirales. Participamos también en un proyecto epidemiológico europeo llamado PARTNER donde estamos haciendo un seguimiento a largo plazo en un gran número de personas en tratamiento antirretroviral para conocer el riesgo real de que transmitan la infección.
 

¿Toda la investigación que desarrollan se aplica a la actividad clínica?
Nosotros solo hacemos investigación clínica y traslacional. Los proyectos de investigación surgen de las necesidades reales que detectamos durante nuestra labor asistencial en el hospital: intentamos ir de la clínica al laboratorio. Desde la Comisión de Docencia que presido, nos encargamos de la formación de los residentes, los médicos jóvenes, para que tengan la capacidad de generar preguntas de investigación y sepan identificar las necesidades de generar conocimiento nuevo. Después les dotamos de las herramientas para buscar las respuestas a través de proyectos.


Actualmente no existe la especialidad médica de enfermedades infecciosas, ¿supone esto un obstáculo en su trabajo y un perjuicio para los pacientes?
La disciplina académica está muy consolidada y el cuerpo de doctrina, es decir, el conocimiento que existe, es probablemente de los más extensos de la Medicina. Las infecciosas constituyen hoy en día las principales enfermedades de la humanidad en su conjunto si tenemos en cuenta la prevalencia de enfermedades como el VIH, con 35 millones de personas infectadas, la malaria, la tuberculosis, la gripe, etc. En la esfera asistencial, en cambio, es cierto que la especialidad no goza de un reconocimiento formal en España lo cual es incomprensible cuando está ampliamente reconocida en otros países. Es una contradicción porque existe en la mayoría de los hospitales Servicios de Enfermedades Infecciosas dirigidos por profesionales de prestigio, los cuales han realizado aportaciones científicas de nivel internacional, particularmente en el campo del VIH.


Nuestro sistema MIR (Médico Interno Residente) es de gran calidad y ha conducido a la mejora del Sistema Nacional de Salud. Es una pena que las enfermedades infecciosas se queden fuera porque al final los interesados no reciben una formación reglada de calidad y tienen que ser autodidactas. Por eso, desde la Universidad Miguel Hernández pusimos en marcha hace varios años un curso de Especialista Universitario en Enfermedades Infecciosas y Salud Internacional que desde hace dos años es Master Oficial.


En el master que dirige, una de las áreas está dedicada a las enfermedades emergentes importadas, ¿cuáles son? ¿estamos preparados para tratarlas?
La salud internacional cada vez tiene mayor importancia porque, fruto de la globalización, millones de personas se desplazan a diario y los conceptos tradicionales de frontera y cuarentena no tienen sentido. Solo hay que recordar episodios como el virus del SARS, la amenaza de la gripe aviar, la pandemia de gripe del 2009, ahora el coronavirus de Oriente Próximo… para comprobar que las enfermedades infecciosas no entienden de fronteras –a excepción de algunas limitadas geográficamente a zonas tropicales–. Muchas de ellas pueden suponer un riesgo muy serio para la comunidad como en el caso que estamos viendo de la gripe, los coronavirus u otras como el Ébola, causante de las fiebres hemorrágicas que potencialmente son letales. Ello implica que los médicos debemos estar preparados. Reitero que es esencial regular la especialidad porque sin la formación adecuada podemos tener dificultades para reconocerlas.


En términos generales, el impacto real de la inmigración en España, en lo que se refiere a las enfermedades importadas, ha sido menor de lo que se esperaba, pero está claro que hay que seguir tomando las medidas adecuadas para su control. Aquí, en el Hospital Universitario de Elche, existe una consulta de salud internacional y de atención al viajero donde facilitamos asesoramiento, tratamientos preventivos, vacunaciones, etc. Es uno de los pocos centros valencianos que disponen de todos los recursos necesarios para ofrecer un servicio de este tipo.


¿Existe mayor concienciación a la hora de vacunarse antes de emprender un viaje que a vacunarse de la gripe estacional?
Si vas a África sabes que tienes que tomar medidas para prevenir la malaria o la fiebre amarilla porque son enfermedades potencialmente mortales. La gripe tampoco hay que trivializarla porque no solo afecta a personas mayores con comorbilidades sino también alcanza a jóvenes sin una enfermedad de base. El estado de opinión actual tiene mucho que ver con la pandemia de gripe A (H1N1) de 2009. Se activaron todas las alarmas pero la crisis pasó con más pena que gloria. Aunque en un análisis posterior se ha visto que la mortalidad fue más alta de lo que se pensaba, la impresión general es que no fue para tanto. Con esos antecedentes, a la población le cuesta temer una vez más a la gripe.
 


DESTACAMOS

* Fotografías del Gabinete de Comunicación Departamento de Salud Elche-Hospital General y la Universidad Miguel Hernández



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