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16/09/2014

Fernando Casas Pérez, catedrático del Departamento de Matemáticas de la Universitat Jaume I

«Sin un plan para rejuvenecer las plantillas es imposible garantizar la producción científica en el futuro»

Director del Institut Universitari de Matemàtiques i Aplicacions de Castelló (IMAC) desde su creación en 2009, Fernando Casas ha contribuido a aglutinar e impulsar la actividad investigadora que desarrolla la Universitat Jaume I en este campo, desde la básica a la aplicada. Doctor en Ciencias Físicas, ha trabajado en la Texas A&M University en Qatar y en la Universidad de Maryland, además de realizar estancias en la Universidad de Cambridge. Hace unos años la colaboración con empresas y administraciones era más sencilla, explica, y aun así la investigación en matemáticas vive un momento dulce en España. Sin embargo, no augura un futuro demasiado halagüeño porque cada vez es más complicado encontrar fuentes de financiación y porque la tasa de reposición aprobada por el Ejecutivo deja fuera del sistema a los jóvenes.



AUTOR: RUVID

¿Qué diría a quienes opinan que destinar recursos a la investigación en matemáticas es un gasto superfluo?
Las matemáticas proporcionan una herramienta muy poderosa para describir fenómenos del mundo real; y no me refiero solo a los fenómenos naturales sino también al comportamiento de los mercados financieros o la comunicación de datos. De modo que si se cierra la puerta a las matemáticas estamos renunciando a tratar de entender un sinfín de fenómenos.


En mi opinión, a nivel internacional pero sobre todo en este país, las matemáticas no están lo suficientemente financiadas. Desde mi punto de vista es un error porque de la investigación básica luego surgen resultados que eventualmente pueden ser aplicables. Por ejemplo, las matemáticas han permitido el desarrollo de tecnologías que utilizamos a diario como la música mp3, las televisiones de alta definición o el formato de imagen .jpeg, mientras que la teoría de números permite garantizar la confidencialidad de datos.


¿En qué aplicaciones trabaja el personal del IMAC?
Los grupos más aplicados trabajan en análisis estadístico y tratan problemáticas medioambientales y el análisis de imágenes médicas. La parte medioambiental está teniendo éxito y una proyección considerable. En este ámbito, los investigadores elaboran desde mapas de contaminación acústica y atmosférica o mapas predictivos de tasas de mortalidad, a mapas epidemiológicos o de concentración de actividad económica.


En cuanto al análisis de imágenes médicas, se trata de un tema de bastante actualidad e interés y en el pasado han colaborado, entre otros, con médicos del Hospital Universitari i Politècnic La Fe de Valencia. Las técnicas matemáticas más novedosas se aplican a imágenes obtenidas por resonancia magnética nuclear o por rayos X y permiten a los profesionales determinar, pongamos por caso, el grado de avance de una enfermedad.


¿El Instituto también aglutina grupos de investigación básica?
Hay diversos grupos de investigadores trabajando en matemáticas puras (álgebra, análisis, geometría). Se trata de una investigación más abstracta, pero sin duda esencial porque lo que ahora parece que no tiene aplicación, en el futuro sí la tendrá. Por ejemplo, en este instituto hay un grupo de álgebra que se dedica al análisis de códigos. Si tenemos en cuenta que desde los simples compact disc o DVD a otras herramientas más sofisticadas utilizan códigos para funcionar, hablamos de un ámbito de enorme relevancia. Si la Historia nos demuestra algo es que lo que parece que «no sirve para nada», al cabo del tiempo encuentra aplicaciones insospechadas. El caso de los números primos es un ejemplo clásico: una parte completamente abstracta de las matemáticas permite hacer transacciones electrónicas por Internet de forma segura.


¿Cuál es su línea de investigación?
Pertenezco al sector intermedio, entre la investigación básica y la aplicada, cuya actividad se centra en la simulación y cuyo objetivo es proponer algoritmos y técnicas que otros científicos puedan aplicar en ámbitos como la química, la física o la astronomía. Mantenemos una colaboración estable con la Universitat Politècnica de València, las universidades del País Vasco y de Valladolid y el Instituto de Ciencias Matemáticas del CSIC y desde hace diez años nos financia el Ministerio de Economía y Competitividad, a pesar de las dificultades.


Proporcionamos técnicas de simulación de sistemas complejos como es el caso del comportamiento de moléculas complejas o el estudio de la evolución del sistema solar. Aspiramos a facilitar la labor de otros técnicos para que puedan obtener mejores resultados en sus campos de estudio y en un menor plazo de tiempo. Además, tratamos de hacer una mejor descripción cualitativa de los fenómenos. En el caso del sistema solar, procuramos desarrollar herramientas que respeten sus características, es decir, que no haya disipación de energía, por ejemplo. De esta manera conseguimos unos resultados que a largo plazo son mejores que los actuales.


Imparte asignaturas de matemáticas en diferentes grados, desde ingenierías a las relacionadas con la economía y las finanzas, ¿sus alumnos están motivados?
Dependiendo de la promoción, hay una mayor o menor receptividad, tampoco he observado una disminución con los años. Sin embargo, me sorprende que los estudiantes de los grados de Economía las noto más receptivas que muchas de las personas que cursan ingenierías. No sé muy bien a qué atribuirlo, pero es un hecho.


¿Influye la forma de impartir la asignatura?
Esa es la eterna cuestión. Es fácil para una persona decir que no le gustan las matemáticas porque su profesor era malo. No nos vamos a engañar, requiere un esfuerzo mental importante pero es cierto que puede ser más llevadero según se imparta la asignatura. En el instituto existe un grupo dedicado a la didáctica de las matemáticas y la aplicación de las TIC en las aulas pero no en la etapa universitaria sino en la educación elemental.


¿En la etapa donde nacen las vocaciones?
Se podría decir así, aunque, como en casi todo, hay ejemplos y contraejemplos. También encontramos casos de vocaciones tardías.


En su caso, ¿cuándo le empezaron a interesar?
Desde que era pequeño tenía cierta facilidad y me gustaban las matemáticas, pero también la física. Siempre han sido como un terreno muy familiar y, para mí son dos campos complementarios. Después, en mi carrera he intentado combinar ambos.


¿Se ha obsesionado por resolver un problema matemático?
Está extendida entre la opinión pública la imagen obsesiva del matemático y puede ser el caso de una minoría, pero la sociedad matemática internacional está formada por varias decenas de miles de personas entre las que hay personas muy brillantes que no han desarrollado ese tipo de patologías. Hay problemas en los que te enganchas y a los que vuelves una y otra vez. Me refiero a coger un problema pero al ser incapaz de avanzar se deja al margen para retomarlo tras unos meses desde otra perspectiva. Creo que a todos los profesionales de este campo les ha pasado. En ese caso, no soy una excepción. Al cabo del tiempo se produce un mejor entendimiento porque has madurado, has adquirido nuevas herramientas y eres capaz de enfrentarte a un viejo problema con nuevos ojos. Dicho esto, me parece que no es un rasgo distintivo de los matemáticos, sino que pasa en todos los aspectos de la vida.


Para los seminarios que organiza el IMAC se cuenta con investigadores extranjeros de manera muy frecuente. ¿Esta proyección internacional es especialmente relevante en el mundo de las matemáticas?
Quisiera resaltar varios aspectos sobre el tema. En primer lugar, es una actividad que no conocer frontera ni idiomas. El lenguaje matemático es común para todos. No sé alemán, pero pienso que soy capaz de seguir las ecuaciones y fórmulas de un artículo científico en alemán. Obviamente la comprensión sería mayor si estuviera escrito en un idioma que entendiera pero quiero decir que somos capaces de comunicarnos con matemáticos de todo el mundo sin excesivas dificultades.


En segundo lugar, la actividad matemática tiene mucho de colaboración. Aunque un tópico bastante extendido es la imagen de una persona aislada en su despacho trabajando durante horas en un papel, la realidad es bien distinta. Se trata de una actividad colaborativa. En un artículo científico es frecuente la contribución de colegas de distintos países. Eso significa un contacto constante. En este sentido, las tecnologías a nuestro alcance como la videoconferencia o el correo electrónico son muy valiosas al facilitar esa labor. Por otra parte, hay contacto físico en congresos, estancias de investigación, profesores invitados, etc. En nuestro caso, cuando traemos a un ponente, permanece varios días en el IMAC colaborando con nuestros grupos. El tema de los contactos y las visitas es fundamental. En ese sentido, cuando pedimos financiación para un proyecto, normalmente no es para comprar maquinaria ni instrumentación científica ya que con actualizar nuestro ordenador de manera periódica tenemos suficiente, sino para viajar, es decir, visitar a colegas y para invitarlos a Castellón.


¿Tiene algún evento relevante a la vista?
En 2019 Valencia acogerá la Conferencia Internacional de Matemática Aplicada e Industrial (ICIAM), un evento que se organiza cada cuatro años y que moviliza a miles de personas de todo el mundo. Eso da una idea de la importancia que se le concede a la matemática aplicada en España, siendo su principal responsable la Sociedad Española de Matemática Aplicada (SEMA), de la cual soy actualmente miembro del Comité Ejecutivo. Esperemos que sirva como escaparate de la investigación en matemática aplicada e industrial que se realiza en el país, especialmente de cara al tejido empresarial. El congreso influirá en la ciudad de Valencia, pero también en el conjunto de la Comunitat Valenciana porque se organizarán eventos satélites en los que colaboraremos desde el IMAC.


De modo que a nivel internacional, España está bien considerada...
Vivimos una época relativamente buena para las matemáticas en este país. El problema lo tendremos en el futuro porque con las políticas actuales las plantillas no se están renovando y es difícil que los jóvenes entren en el campo de la investigación matemática, tanto en universidades, como en institutos. A medio y largo plazo los efectos no serán nada buenos por el simple hecho de que todos nos hacemos mayores. He de confesar que en el instituto somos afortunados porque en los últimos años se han incorporado varias personas jóvenes de manera permanente por lo que notaremos un aumento de la actividad en los próximos años. De hecho, una de nuestras propuestas estratégicas consiste en promover encuentros con jóvenes investigadores de otros centros para fomentar la cooperación futura. Sin embargo, a nivel de España se abren muchos interrogantes porque no se ve que haya un plan para rejuvenecer las plantillas. Según la ley de reposición entra una persona de cada 10 que se jubilan. Eso no es sostenible.


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*Fotografías de Àlex Pérez, Universitat Jaume I



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