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16/10/2014

Robert Montés Micó, catedrático de Óptica de la Universitat de València

«En breve dispondremos de soluciones terapéuticas para prevenir la miopía»

La mayoría de nosotros nace con unos ojos perfectos, ¿por qué entonces cerca de la mitad de la población necesita usar gafas o lentes de contacto antes de los 50? El Grupo de Investigación en Optometría de la Universitat de València, liderado por Robert Montés, estudia los cambios que sufre el ojo humano con la edad y desarrolla soluciones para contrarrestarlos. Robert Montés entró en la Universitat en 2007 y en la actualidad dirige un equipo de 25 personas. Forma parte del grupo de investigadores con mayor impacto a nivel internacional y lidera tres proyectos europeos, varios a nivel nacional y contratos con multinacionales.



AUTOR: RUVID

Su principal proyecto está relacionado con la acomodación del ojo y la miopía. ¿En qué consiste exactamente este proceso?
La acomodación es la capacidad del ojo humano de ver nítido a diferentes distancias. Perdemos esa capacidad conforme nos hacemos mayores y, a partir de los 40-45 años, aparece lo que se conoce comúnmente como la vista cansada –el término correcto es presbicia– y precisamos de gafas de lectura o lentes de contacto para enfocar en visión próxima. Existen estudios preliminares que correlacionan las tareas en visión próxima, es decir, pasar mucho tiempo leyendo o al ordenador, y el aumento progresivo de la miopía.


Este proyecto busca describir las señales que controlan la acomodación, que es una actividad natural del ojo, y las que indican a la retina que crezca de manera incontrolada, lo que provoca la miopía. Por tanto, pretendemos diferenciar las señales buenas, las que nos permiten acomodar para ver nítido, de las señales malas que hacen que la miopía vaya a más. En definitiva, se trata de parar la progresión de la miopía.


¿Hubiera sido posible emprender un proyecto tan ambicioso sin los fondos del European Research Council (ERC)?
La financiación que recibimos a nivel estatal es mínima y como mucho permite mantener el coste de un laboratorio pero es imposible montar un laboratorio en condiciones para competir a nivel internacional. En cambio, el programa del ERC busca crear nuevos equipos de investigación. En concreto el Starting Grant que he obtenido está dotado con un millón y medio de euros. Así es como se deben financiar los proyectos de investigación.


Con estos fondos, he podido contratar a dos investigadores posdoctorales y dos predoctorales y adquirir el equipamiento necesario para poner en marcha el Laboratorio experimental de óptica adaptativa, que se encuentra aquí en el campus de Burjassot, gracias al apoyo de la Facultad de Física y de los Vicerrectorados de Investigación e Infraestructuras. De manera adicional, he encontrado más fuentes de financiación con lo cual otros investigadores están también involucrados en el proyecto.


¿Uno de los puntos clave de este proyecto es la tecnología utilizada?
Efectivamente. De forma pionera aplicamos al ojo humano óptica adaptativa, tecnología utilizada en astronomía para ver estrellas lejanas, con el objetivo de diferenciar y discernir los dos tipos de señales. Nadie lo había planteado con anterioridad por su complejidad. No obstante, es una de las razones por las que se financió el proyecto, porque las ERC están en la frontera de conocimiento. Si somos capaces de conseguirlo, podremos controlar ese crecimiento desmedido de la longitud del ojo, pensar en soluciones terapéuticas e implementarlas en lentes de contacto o gafas específicas que eliminen las señales malas. El púbico objetivo de estas soluciones son los niños porque es durante los primeros años de vida cuando aumentan las tareas en visión próxima con la lectura y la escritura.


La miopía es una patología y, si va aumentando con el paso del tiempo, existe la posibilidad de sufrir desprendimientos de retina o alteraciones como el glaucoma y consecuentemente llegar a la ceguera. Esto no sucede en ojos miopes de dos dioptrías. Sin embargo, un ojo que supere las cuatro dioptrías de miopía necesita un control exhaustivo.


¿Es cierto que una operación de miopía no cura la enfermedad?
Parte de mi tesis de master fue sobre cirugía refractiva, la operación con láser que evita el uso de gafas o lentes de contacto. Se trata únicamente de una modificación de la superficie de la córnea pero la estructura posterior del ojo es la misma y no varía la probabilidad de sufrir una patología asociada. De hecho, los pacientes operados obligatoriamente han de seguir haciéndose revisiones anuales.


¿Prevé resultados a corto plazo?
Sí. Se trata de un proyecto de cinco años que iniciamos en 2012. Después de montar un dispositivo complejo, actualmente nos encontramos realizando las medidas experimentales. A partir de 2015 iniciaremos las pruebas experimentales en humanos –unas pruebas no invasivas– y en un par de años esperamos tener las pruebas de concepto. Es una línea de investigación muy novedosa que despierta un gran interés a nivel internacional por el impacto y coste sanitario que tiene la patología.


La miopía es la enfermedad ocular más habitual del mundo y entre los países desarrollados se ha disparado con el incremento de las tareas diarias en visión próxima, en especial por el uso de dispositivos móviles. Se considera visión de lejos a partir de seis metros y son muy pocas las actividades (y no prolongadas en el tiempo) durante el día que realizamos a esta distancia – excepto quizá cuando conducimos. El ojo también puede nacer miope por motivos genéticos, algo común en algunas zonas de Asia, pero nosotros no abarcamos esta línea de investigación.


¿Qué recomendaciones daría a un investigador que estuviera considerando presentar una propuesta al European Research Council?
Mi primer consejo es leerse bien las guías de solicitud para ver qué proyectos se financian. Aunque pueda parecer obvio, es un error que se comete con frecuencia. La competencia en estas convocatorias es altísima y los evaluadores son expertos a nivel mundial en la materia. Por tanto, no puede haber fallos en la propuesta y hay que tener la suficiente confianza y conocimientos para defender tu idea ante un tribunal en Bruselas. Tiene que estar meditado hasta cómo se actuará en caso de que los resultados no sean los previstos. Una propuesta así implica muchísimo tiempo, no se redacta en un par de meses. Por supuesto, se requiere una elevada excelencia científica, una idea novedosa y realista.


Ha conseguido que la Comisión Europea financiara otros dos proyectos, ¿en qué consisten?
El año pasado la Universitat de València se convirtió en el nodo principal del proyecto Ageing Eye sobre envejecimiento ocular, financiado por el programa Marie Curie Initial Training Networks del 7º Programa Marco de la Comisión Europea. De hecho, recibió la puntuación más alta en la evaluación . Queremos averiguar por qué perdemos la acomodación con el paso de los años, cuáles son las consecuencias visuales y qué posibles soluciones podemos encontrar. En Ageing Eye participan las universidades de Manchester, Murcia y Wroclaw, el Rotterdam Eye Hospital y las compañías Imagine Eyes y Alcon Labs.


Está bien visto que la industria se implique porque el objetivo del proyecto es formar a los investigadores del futuro, de modo que necesitan la implicación, tanto de las instituciones académicas, como de la industria que es la que absorberá los conocimientos desarrollados. Si encontramos una solución para la vista cansada que podría concretarse en unas lentes de contacto, la industria se compromete a fabricarlas.


Antes de trabajar en la Universidad, trabajaba como investigador en la empresa y ahora tenemos contratos con multinacionales, de modo que estoy convencido de que la transferencia de conocimientos es fundamental. En definitiva, los científicos intentamos mejorar, desde nuestros respectivos campos, la vida de los demás – y más aún en el área en la que yo trabajo: ciencias de la vida y de la salud– y para eso necesitas a la industria.


En la última convocatoria, ya del Programa Marco Horizonte 2020, hemos obtenido un proyecto europeo European Join Doctorate, otra red Marie Curie, que trata sobre ojo seco y superficie ocular. Esta temática está en línea con mi tesis doctoral que versaba sobre calidad óptica y lágrima humana.


Usted es Doctor en Optometría y Neurociencias por el Instituto de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Manchester. ¿Qué le ha aportado esa experiencia en el Reino Unido?
Tuve que marcharme para obtener el doctorado en el tema que me interesaba y en un centro de excelencia pero fue tan fructífera la estancia que obligo a mis estudiantes a que pasen un año y medio de los cuatro de doctorado en el extranjero. Por ejemplo, mi experiencia y contactos en el Reino Unido me han permitido invitar a dos universidades británicas a participar en los proyectos europeos que lidero. Además, es muy satisfactorio ver que ahora son investigadores extranjeros quienes solicitan formar parte del grupo. De hecho, más de la mitad de los investigadores participantes en los proyectos concedidos son extranjeros. La única dificultad que encuentran es el idioma porque en Valencia pocas personas dominan el inglés y además en la Universidad hay poca información en este idioma. En mi opinión, eso no ayuda a internacionalizar la institución. En muchas ocasiones he tenido que traducir documentos o trámites para los investigadores foráneos.


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