Retos de la ciencia: envejecimiento activo

El problema del envejecimiento de la población se está convirtiendo en un lugar común en los medios de comunicación. Los aspectos más llamativos son el temor por la falta de sostenibilidad de las pensiones públicas y las repercusiones sobre el gasto sanitario y farmacéutico. Sin embargo, éstos son sólo los indicadores más evidentes de una serie de cambios que afrontamos, que suponen retos pero también ofrecen oportunidades para hacer un mundo más justo y humano.


A partir de los datos del INE, en 2023 el 22% de los españoles tendrán más de 65 años. Pero si miramos hacia 2052, seremos el 37%. Esta situación es extrapolable a la mayor parte de los países occidentales, Japón y Rusia, aunque se generalizará también a muchos países asiáticos como China o la India, con lo que tendremos un mundo básicamente envejecido. Para el lector interesado, la ONU ha publicado un informe exhaustivo al respecto (pinchar aquí).


Por tanto, son todos los ámbitos de la vida los que van a evolucionar de acuerdo a esta tendencia secular del envejecimiento poblacional: tendremos que producir contando con plantillas mayoritariamente formadas por trabajadores mayores de 50 años; el marketing tendrá que adaptarse a las demandas de una población con expectativas muy distintas a las de las masas de jóvenes que han conformado los mercados del siglo XX; los productos, los servicios y los procesos se irán adaptando a las características específicas de los mayores – con la edad los sentidos van reduciendo su sensibilidad, la fuerza muscular disminuye y las capacidades cognitivas sufren un deterioro progresivo.


Y cada vez habrá más número de familias en las que estarán presentes cuatro generaciones y coexistirán con lo que podríamos llamar “singlelders” o personas mayores que viven solas por propia elección y con vidas socialmente activas. En resumen, un nuevo mundo en el que el rostro más frecuente será el de una persona madura con un nivel de actividad notable.


Lo que no queda claro todavía, porque no depende sólo de la demografía, es qué modelo socioeconómico hará viables las sociedades envejecidas del futuro: Qué papel se asignará a las personas mayores en el ámbito laboral (en 2010, el 8% de las personas de más de 65 años necesitaban trabajar en los países más desarrollados y un 31%, en los de menor desarrollo) o cómo se distribuirá la renta entre los distintos segmentos poblacionales. Todo ello afectará a los hábitos de consumo y a las prioridades de las empresas y las Administraciones Públicas.


Con este marco, es fácil adivinar las grandes líneas sobre las que evolucionarán la investigación y la innovación y que conforman el reto “Envejecimiento Activo y Saludable” del Horizonte 2020 de la Unión Europea – aunque no es posible hacer pronósticos sobre productos o servicios concretos que utilizaremos cuando lleguemos a ese nuevo mundo envejecido; la realidad nos sorprenderá, como ha sucedido tradicionalmente en el pasado.


Algunas de las más destacables líneas de I+D son:
• Los estudios de biomarcadores para detectar precozmente las enfermedades, en especial las de tipo neurodegenerativo, aunque el gran reto serán las terapias efectivas acompañadas de los medios tecnológicos para proporcionar un nivel elevado de calidad de vida.
• La monitorización remota usando las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones y el autocuidado de la salud a través del fomento de hábitos de vida saludables, será otro asunto al que se le dedicará mucha atención en los próximos años.
• La innovación social necesaria para la incorporación masiva de las personas mayores al desarrollo de los productos, los servicios y los procesos. En particular, será de capital importancia adaptar el sistema productivo a las capacidades y preferencias del trabajador mayor.


El IBV aporta a este gran esfuerzo social más de 30 años de estudio de las personas como fuente activa de innovaciones para mejorar su Calidad de Vida. Estamos trabajando en usabilidad de los productos (en especial interfaces) y servicios desde el punto de vista combinado del experto y de la persona mayor; en la introducción de elementos motivadores en los sistemas de autopromoción de la salud; y en la adaptación de los puestos al trabajador mayor.

 

 

Miguel López-Torres

Director de Innovación en Salud y Bienestar en el Puesto de Trabajo. Instituto de Biomecánica de Valencia
www.ibv.org




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