La salud de los mares se encuentra amenazada por la destrucción de hábitats, la contaminación o la sobreexplotación de recursos, entre otros problemas. Estas presiones amenazan no solo la conservación de la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas sino también los bienes y servicios que los océanos nos proporcionan (lo que se viene a denominar economía azul). Para intentar revertir el proceso la Unión Europea ha adoptado una serie de medidas legislativas entre las que merecen destacarse la Directiva Hábitats, la Directiva Marco de Agua y la Directiva Marco de Estrategia Marina. Las dos primeras no son exclusivas del ambiente marino aunque se aplican también a él, mientras que la última y más reciente está dirigida a ampliar e integrar las directivas anteriores.

Para cumplir con los objetivos de esta nueva directiva los Estados deberán evaluar el estado ecológico de sus aguas y el impacto de las actividades humanas. A continuación, los Estados han de determinar el «estado ecológico satisfactorio» de las aguas teniendo en cuenta, por ejemplo, la diversidad biológica, la presencia de especies alóctonas, la red trófica, la eutrofización, la modificación de las condiciones hidrográficas y la concentración de contaminantes, la cantidad de residuos o la contaminación acústica. En función de la evaluación de las aguas, los Estados definirán objetivos e indicadores para alcanzar el estado ecológico satisfactorio y establecerán un programa de medidas concretas para alcanzar esos objetivos. Además, los Estados deberán elaborar programas de control coordinados para evaluar periódicamente el estado de las aguas de las que sean responsables y el cumplimiento de los objetivos que hayan definido.

Sin embargo, no es una tarea fácil encontrar y definir indicadores que permitan establecer el estado ambiental satisfactorio y monitorizar si se alcanzan estos objetivos. Dentro de los indicadores que necesariamente se han de utilizar se encuentran los derivados de la integridad y salud de las praderas de angiospermas marinas ya que se trata de comunidades de gran importancia en el ecosistema, muy sensibles a los impactos humanos y con un gran valor como indicadores ambientales.

La Unidad de Biología Marina de la Universidad de Alicante ha sido la responsable de desarrollar y aplicar indicadores basados en el seguimiento de las praderas de Posidonia oceanica en la Comunidad Valenciana y su intercalibración con los programas de seguimiento que se realizan en otras regiones del Mediterráneo y ha organizado un taller de trabajo en colaboración con el Instituto Español de Oceanografía en el que han participado expertos de diferentes zonas del Mediterráneo para estudiar cómo se pueden elaborar índices basados en angiospermas marinas que permitan, combinados con otros indicadores, a definir el estado ambiental de nuestras aguas y medir la efectividad de las medidas para mantener la funcionalidad de los ecosistemas marinos europeos y las actividades económicas que de ella dependen.

Más información sobre el Workshop

José Luis Sánchez Lizaso. Unidad de Biología Marina - Universidad de Alicante