El profesor emérito de Medicina de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche Eliseo Pascual ha participado en un estudio en el que se recogen datos que prueban que sufrir gota es un factor de riesgo para sufrir una enfermedad coronaria. El artículo ha sido publicado en la revista del Colegio Americano de Reumatología, titulada “Arthritis and Rheumatology”.
El estudio está liderado por los doctores Mariano Andrés y María Amparo Quintanilla y se ha llevado a cabo en los hospitales generales universitarios de Elda y Alicante. La relevancia del trabajo radica en que, a través del análisis de datos de pacientes reales, se ha podido demostrar este riesgo.
Al utilizar los datos de 140 pacientes tras sufrir un episodio coronario agudo se les realizó una angiografía coronaria. Ninguno de ellos había sufrido gota pero se halló que más del 50% tenían niveles elevados de ácido úrico (porcentaje muy superior al de la población general); en ellos se buscaron cristales de urato característicos de la gota que se objetivaron en 13 de ellos.
En este grupo se pudo comprobar calcificaciones coronarias, indicativas de enfermedad más grave. En su seguimiento (no recogido por el artículo pero presentado en el reciente congreso del American College of Rheumatology), este grupo menor ha presentado más episodios nuevos de enfermedad coronaria que han requerido revascularización, que confirman que su enfermedad coronaria es más grave.
Junto con los estudios previos, esta comprobación de su veracidad “sobre el terreno” llama la atención sobre la necesidad de detectar la gota cuando coexiste con riesgo cardiovascular y tratarla, con lo que el aumento de riesgo cardiovascular atribuible a la gota disminuye y posiblemente llegue a desaparecer. Este es un campo de conocimiento abierto en el que todavía se recaba información.
La gota se debe a la formación de cristales de ácido úrico sobre todo en articulaciones, como consecuencia de niveles elevados de ácido úrico en sangre. La manifestación más conocida es la de ataques repetidos de artritis, generalmente muy dolorosos; sin embargo, entre ataques, a pesar de no haber síntomas si hay inflamación persistente producida por los cristales.
Hasta no hace mucho se tenía a la gota por una enfermedad sin otras consecuencias que estos ataques (excepto en aquellos que tenían una enfermedad avanzada). Sin embargo, en los últimos años, estudios epidemiológicos (habitualmente hechos a través del uso de bases de datos muy extensas recogidas para otros fines) han puesto de manifiesto que aquellos que tienen gota tienen una mayor probabilidad de sufrir arteriosclerosis y sus consecuencias, especialmente enfermedad coronaria e infartos de miocardio y este estudio lo confirma sobre pacientes.
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